PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
LIC. EN BÁSICA CON ÉNFASIS EN HUMANIDADES Y LENGUA CASTELLANA
REGIONAL CUNDINIMARCA
TALLER 1 “PEDAGOGÍA DEL CUERPO”
BIOGRAFÍA DE MI CUERPO
MARTHA YOLIMA GARZÓN JIMÉNEZ
mygarzon.led5@javeriana.edu.co
BOGOTA 5 DE MARZO DE 2009
Los recuerdos que guardo en mi mente sobre mi infancia, realmente no son muy gratos y no se parecen en nada a las historias asombrosas de sobreprotección y cuidados que narraran otros; debido a que por aquella época, mi madre no era más que una simple niña que vivía en el campo y que a duras penas cursaba grado décimo y mi padre, simplemente era un obrero que se ganaba la vida con un jornal. Fue por esto que mi madre a pesar de quererme mucho, tuvo que alejarse de mi lado, cuando yo sólo contaba con un año de edad; para irse a continuar sus estudios.
Mi padre, quien era el encargado de mi cuidado, igual debía trabajar, para lograr mi sustento y el de mi madre, es por esto que me dejaba las jornadas enteras al cuidado de mi abuela, quien a pesar de quererme, no era alguien que se preocupara en lo más mínimo, por mi cuidado personal, a causa de esto, nunca estaba limpia, ni con zapatos, o con el cabello limpio y desenredado, tampoco con el atuendo adecuado, con el que debería permanecer una niña en este proceso de crecimiento.
Mis juguetes se redujeron a palos, piedras, animales o simple tierra; durante un año eterno esperaba a que llegase la navidad, para que mi madre me trajera la muñequita que siempre abría y cerraba los ojos.
Las cosas empeoraron un poco con la llegada de mi hermanita, ya que ahora yo sentía que estaba más alejada a aquello, que tenía por familia y a los pocos o nada de cuidado de mi abuela.
Mi vida y mi historia triste, realmente empezaron a cambiar un poco cuando mi madre, termino sus estudios y me llevo a vivir a su lado, ya que me sentía querida, protegida, cuidada y más importante que los demás niños; aquella niña abandonada, ahora era la hija de la profesora de la vereda, cosa por la cual, los otros niños, la querían, la respetaban, querían jugar con ella y la veían como el ser al que más había que cuidar en este lugar; claro esta que en este lugar, sufrí un accidente el cual me marco no solo la piel, sino la mente para toda la vida;1 en una tarde cualquiera, me encontraba jugando con los compañeritos, resbale y rodé por un potrero, con la mala fortuna que un alambre de púa, corto una parte de mi muslo muy profundamente, dejando en el una cicatriz, la cual he procurado mantener alejada de todos los ojos curiosos, debido a su fealdad; desde entonces nunca he usado en lugares públicos, faldas, pantalonetas, trajes de baño o cualquier tipo de prenda, que permitiere a los demás conocer esta parte de mi cuerpo; debido a que como el resto de la humanidad, busco uniformar mi cuerpo al paradigma de belleza..2
Al cabo de un tiempo, mi madre me llevo a estudiar a un colegio femenino de carácter interno, aunque este, era dirigido por monjas; las normas eran muy básicas, ya que solo se manejaba los grados de tercero a quinto, con edades que oscilaban entre los siete y nueve años y además con una característica fundamental, la condición para entrar a aquel colegio, era pertenecer al área rural..
Debido a esto allí nunca se hablo de sexo, sexualidad, noviazgos; el desempeño rutinario se limitaba a las creencias religiosas, formas hábitos de aseo, ética, glamour y presentación personal, nunca se nos llevo a experimentar y crear con el cuerpo. 3
En las vacaciones o días de salida, uno de mis padres de recogían y me llevaban directamente a la finca, impidiendo totalmente que tuviese un roce, aunque pequeño con el resto del mundo.
Cuando cumplí diez años, empecé el bachillerato y allí las cosas si fueron diferentes, al cambiar de colegio, aunque mi condición de interna seguía igual, llegué a un mundo, al cual “sin exagerar”, no conocía un poquito, Fue como soltar una oveja entre una manada de lobos. El 90% de mi tiempo, yo estaba en la biblioteca; motivo por el cual me apodaban “la ratona recatada”, porque aparte de esto, si escuchaba una grosería o cosas a las que no estaba acostumbrada, tapaba mis oídos con las manos.
Me costo un poco de tiempo y trabajo acostumbrarme a la nueva condición, pero poco a poco fui perdiendo el miedo al nuevo mundo, en el cual me desenvolvía ahora, fue así como empecé a remplazar las tardes de lectura y estudio, por tardes de baile, convirtiéndome en una excelente bailarina. Mi mundo se transformo totalmente, ya no quería los primeros puestos en el colegio, poco o nada me importaban los libros, realmente sólo me interesaba, las fiestas, los “amigobios”, así llamados en este tiempo a los amigos que se les daban besos en la boca, la niña noble, se convirtió en una joven inmanejable, la cual al poco tiempo fue expulsada del internado.
La vida de externa, para quien estaba explorando este sin fin de cosas, las cuales nunca había sabido ni que existían y que aparte le fascinaban, fue “el éxtasis total”, ya no tenía que pedir permisos o escaparse, para asistir a una fiesta o salir con sus amigos de paseo, hacer locuras, beber, fumar.
Como todo, llega un momento en que tiene que suceder algo, que te detenga; cierta tarde, cuando ya contaba con quince años, llego a mi casa, como era costumbre, “Henry”, quien era tal vez, lo que yo consideraba mi mejor amigo, después de hablar y tomarnos un par de cervezas, sin saber por que o sin que hubiera existido algún tipo de relación amorosa, le había entregado a aquel hombre, lo que en aquel entonces, era tan preciado e importante en una mujer “su virginidad”. Desde este momento, ya no sabía como tratar a mi amigo, o como mirarlo a los ojos, existiendo un temor aún mayor, no había sido algo planeado y por lo tanto no había existido ningún tipo de protección, así que lloraba día y noche por lo que había sucedido y por lo que podía suceder aún.
Afortunadamente, aquel episodio, no tuvo mayores consecuencias, por lo menos no físicas, aunque si psicológicas, me tomo un largo rato volver a adaptarme a mi grupo social. Solo se, que desde aquel día, hice un pare a aquella loca carrera de rebeldía e intolerancia social, así que nuevamente me apropie de mis estudios; con esto no quiero decir que haya abandonado, mi alegría, mi gusto por las fiestas, los paseos y los amigos; solo que ahora me ubicaba dentro del contexto, en el que estaba y tomaba las cosas con una seriedad tan grande, hasta el punto que yo misma me aterraba de esto.
Talvez, lo que paso aquella tarde, aunque no fue el gran episodio de la vida, ni me “emocione” realmente, el hecho de tener que repetirlo, fue una experiencia que me forjo, no solo como mujer, sino como persona, en todos los sentidos de la palabra.
Después de muchos años, tengo la plena convicción, de que aquel día, fue solo el día en que perdí mi virginidad, más no fue la primera vez que hice el amor o que disfrute una relación sexual, eso me lo enseño el tiempo y el experimentar mucho después con una persona a la cual, no le estaba entregando solamente mi piel, sino mi ser, mi esencia por completo.
Hoy puedo decir, que lo que soy, no fue gracias a castigos, reprimendas o prohibiciones, sino que me forme como sujeto, prácticamente sola, sin tener una familia al lado, tanto así que después de los seis años, regrese a vivir a su lado cuando ya tenía diecisiete, sino que lo que soy son elementos, aportes cosas, que tome de las culturas dentro de las cuales me forme y me encontré inmersa, afortunadamente, pude hacer un paro en el camino a tiempo y formar una mujer de bien y servicio a la sociedad.
FACULTAD DE EDUCACIÓN
LIC. EN BÁSICA CON ÉNFASIS EN HUMANIDADES Y LENGUA CASTELLANA
REGIONAL CUNDINIMARCA
TALLER 1 “PEDAGOGÍA DEL CUERPO”
BIOGRAFÍA DE MI CUERPO
MARTHA YOLIMA GARZÓN JIMÉNEZ
mygarzon.led5@javeriana.edu.co
BOGOTA 5 DE MARZO DE 2009
Los recuerdos que guardo en mi mente sobre mi infancia, realmente no son muy gratos y no se parecen en nada a las historias asombrosas de sobreprotección y cuidados que narraran otros; debido a que por aquella época, mi madre no era más que una simple niña que vivía en el campo y que a duras penas cursaba grado décimo y mi padre, simplemente era un obrero que se ganaba la vida con un jornal. Fue por esto que mi madre a pesar de quererme mucho, tuvo que alejarse de mi lado, cuando yo sólo contaba con un año de edad; para irse a continuar sus estudios.
Mi padre, quien era el encargado de mi cuidado, igual debía trabajar, para lograr mi sustento y el de mi madre, es por esto que me dejaba las jornadas enteras al cuidado de mi abuela, quien a pesar de quererme, no era alguien que se preocupara en lo más mínimo, por mi cuidado personal, a causa de esto, nunca estaba limpia, ni con zapatos, o con el cabello limpio y desenredado, tampoco con el atuendo adecuado, con el que debería permanecer una niña en este proceso de crecimiento.
Mis juguetes se redujeron a palos, piedras, animales o simple tierra; durante un año eterno esperaba a que llegase la navidad, para que mi madre me trajera la muñequita que siempre abría y cerraba los ojos.
Las cosas empeoraron un poco con la llegada de mi hermanita, ya que ahora yo sentía que estaba más alejada a aquello, que tenía por familia y a los pocos o nada de cuidado de mi abuela.
Mi vida y mi historia triste, realmente empezaron a cambiar un poco cuando mi madre, termino sus estudios y me llevo a vivir a su lado, ya que me sentía querida, protegida, cuidada y más importante que los demás niños; aquella niña abandonada, ahora era la hija de la profesora de la vereda, cosa por la cual, los otros niños, la querían, la respetaban, querían jugar con ella y la veían como el ser al que más había que cuidar en este lugar; claro esta que en este lugar, sufrí un accidente el cual me marco no solo la piel, sino la mente para toda la vida;1 en una tarde cualquiera, me encontraba jugando con los compañeritos, resbale y rodé por un potrero, con la mala fortuna que un alambre de púa, corto una parte de mi muslo muy profundamente, dejando en el una cicatriz, la cual he procurado mantener alejada de todos los ojos curiosos, debido a su fealdad; desde entonces nunca he usado en lugares públicos, faldas, pantalonetas, trajes de baño o cualquier tipo de prenda, que permitiere a los demás conocer esta parte de mi cuerpo; debido a que como el resto de la humanidad, busco uniformar mi cuerpo al paradigma de belleza..2
Al cabo de un tiempo, mi madre me llevo a estudiar a un colegio femenino de carácter interno, aunque este, era dirigido por monjas; las normas eran muy básicas, ya que solo se manejaba los grados de tercero a quinto, con edades que oscilaban entre los siete y nueve años y además con una característica fundamental, la condición para entrar a aquel colegio, era pertenecer al área rural..
Debido a esto allí nunca se hablo de sexo, sexualidad, noviazgos; el desempeño rutinario se limitaba a las creencias religiosas, formas hábitos de aseo, ética, glamour y presentación personal, nunca se nos llevo a experimentar y crear con el cuerpo. 3
En las vacaciones o días de salida, uno de mis padres de recogían y me llevaban directamente a la finca, impidiendo totalmente que tuviese un roce, aunque pequeño con el resto del mundo.
Cuando cumplí diez años, empecé el bachillerato y allí las cosas si fueron diferentes, al cambiar de colegio, aunque mi condición de interna seguía igual, llegué a un mundo, al cual “sin exagerar”, no conocía un poquito, Fue como soltar una oveja entre una manada de lobos. El 90% de mi tiempo, yo estaba en la biblioteca; motivo por el cual me apodaban “la ratona recatada”, porque aparte de esto, si escuchaba una grosería o cosas a las que no estaba acostumbrada, tapaba mis oídos con las manos.
Me costo un poco de tiempo y trabajo acostumbrarme a la nueva condición, pero poco a poco fui perdiendo el miedo al nuevo mundo, en el cual me desenvolvía ahora, fue así como empecé a remplazar las tardes de lectura y estudio, por tardes de baile, convirtiéndome en una excelente bailarina. Mi mundo se transformo totalmente, ya no quería los primeros puestos en el colegio, poco o nada me importaban los libros, realmente sólo me interesaba, las fiestas, los “amigobios”, así llamados en este tiempo a los amigos que se les daban besos en la boca, la niña noble, se convirtió en una joven inmanejable, la cual al poco tiempo fue expulsada del internado.
La vida de externa, para quien estaba explorando este sin fin de cosas, las cuales nunca había sabido ni que existían y que aparte le fascinaban, fue “el éxtasis total”, ya no tenía que pedir permisos o escaparse, para asistir a una fiesta o salir con sus amigos de paseo, hacer locuras, beber, fumar.
Como todo, llega un momento en que tiene que suceder algo, que te detenga; cierta tarde, cuando ya contaba con quince años, llego a mi casa, como era costumbre, “Henry”, quien era tal vez, lo que yo consideraba mi mejor amigo, después de hablar y tomarnos un par de cervezas, sin saber por que o sin que hubiera existido algún tipo de relación amorosa, le había entregado a aquel hombre, lo que en aquel entonces, era tan preciado e importante en una mujer “su virginidad”. Desde este momento, ya no sabía como tratar a mi amigo, o como mirarlo a los ojos, existiendo un temor aún mayor, no había sido algo planeado y por lo tanto no había existido ningún tipo de protección, así que lloraba día y noche por lo que había sucedido y por lo que podía suceder aún.
Afortunadamente, aquel episodio, no tuvo mayores consecuencias, por lo menos no físicas, aunque si psicológicas, me tomo un largo rato volver a adaptarme a mi grupo social. Solo se, que desde aquel día, hice un pare a aquella loca carrera de rebeldía e intolerancia social, así que nuevamente me apropie de mis estudios; con esto no quiero decir que haya abandonado, mi alegría, mi gusto por las fiestas, los paseos y los amigos; solo que ahora me ubicaba dentro del contexto, en el que estaba y tomaba las cosas con una seriedad tan grande, hasta el punto que yo misma me aterraba de esto.
Talvez, lo que paso aquella tarde, aunque no fue el gran episodio de la vida, ni me “emocione” realmente, el hecho de tener que repetirlo, fue una experiencia que me forjo, no solo como mujer, sino como persona, en todos los sentidos de la palabra.
Después de muchos años, tengo la plena convicción, de que aquel día, fue solo el día en que perdí mi virginidad, más no fue la primera vez que hice el amor o que disfrute una relación sexual, eso me lo enseño el tiempo y el experimentar mucho después con una persona a la cual, no le estaba entregando solamente mi piel, sino mi ser, mi esencia por completo.
Hoy puedo decir, que lo que soy, no fue gracias a castigos, reprimendas o prohibiciones, sino que me forme como sujeto, prácticamente sola, sin tener una familia al lado, tanto así que después de los seis años, regrese a vivir a su lado cuando ya tenía diecisiete, sino que lo que soy son elementos, aportes cosas, que tome de las culturas dentro de las cuales me forme y me encontré inmersa, afortunadamente, pude hacer un paro en el camino a tiempo y formar una mujer de bien y servicio a la sociedad.
2 comentarios:
BIOGRAFIA DE MI CUERPO
Cuando tenia exactamente 21 años decidí viajar al país de Argentina porque conocí a un Argentino chateando el cual me enamoro perdidamente, viví en una casa en la provincia de corrientes la cual no era muy bonita ni por afuera ni por adentro; durante los 3 primeros años me dedique a sumergirme en una profunda soledad, el miedo atemorizaba. Cada uno de los rincones de mi cuerpo, mi marido salía desde muy temprano a trabajar y yo me quedaba en la casa escuchando los posibles ruidos que en esa vieja casa se oían. Cuando el llano invadía mi lama solo me acurrucaba en un rincón de mi casa y dejaba salir todos los pensamientos que en ellos habitaban; cuando el pánico ya era el dueño de mi ser solo había el maltrato físico hacia mis brazos y mis muñecas, me acuerdo perfectamente que le daba puños o simplemente no le encontraba sentido a pertenecer a mí.
De un momento a otro el vacio era muy grande, a mi esposo no le importaba nada ni si quiera si yo me veía bien físicamente; total que le podía pedir a él si el tampoco le importaba su apariencia personal, todo llego hasta tal grado de no amarme, mi destrucción incremento tanto que entre en una profunda depresión por el abandono a lo cual yo estaba sometida, decidí hundirme en mi propio abandono me refugie en el alcohol y eso me hacia olvidar el dolor por cual estaba atravesando. La dosis al principio era una cervecita Quilmes de 1 litro y preferiblemente no almorzaba, no desayunaba por querer tomar algo que me adormeciera mi cuerpo y mi dolor.
Asi transcurrió un año en el cual añoraba las cosas que tenía en Bogotá y aprender a valorar lo que poseía en mi casa. Cuando la cerveza no me alcanzaba para quedar totalmente ebria entonces recurría a otras bebidas para mezclarlas, por ende los efectos comenzaron a relucir en el cuerpo; me encantaba estar totalmente prendida, ida, y mi alma le gustaba esa euforia. Cuando llegaba mi marido me encontraba con el equipo A TODO volumen y siempre con trago en la mano. La ansiedad me carcomía en mi cuarto, siempre con música y trago cuando tenia que salir por la madrugada porque ese era su trabajo y así lo requerían era imposible conciliar el sueño; entonces buscaba algún pretexto para pedirle plata para no quedarme sola, COMPRABA 3 LITROS DE CERVEZA, VODKA, fernet, no sé si al él no le gustaba verme así pero de algún u otra forma yo lo hacía porque Hugo me tenía muy descuidada; las peleas eran de palabras, maltrato físico yo misma sentía que él lo que buscaba era una empleada que lo atendiera y mantuviera su ropa impecable. El me gritaba que yo era una loca, su familia siempre me hacia la guerra y eso hacía que yo más me hundiera en el alcohol.
Me comencé a engordar, a descuidarme físicamente, no tenia ganas de vivir pero tampoco quería volver a Colombia a someterme a las normas de mica a. asi transcurrieron 2 años de vivencia allá en Argentina, los cuales fueron un infierno de vida y de salud; a los 3 años ya no aguante más en la última pelea me pego durísimo y yo llame a mis padres para que me mandaran los pasajes yd e la emoción me compre 3 botellas de vodka y así fui a comprarlas a la agencia de viajes, por fin llegue a Colombia y sentí una paz inmensa; no sé en qué paro mi matrimonio solo sentía que había hecho lo correcto en mi vida.
Entre a estudiar en el 2004 a la javeriana mi apariencia no era la más adecuada, estaba gorda per después de todo lo que había vivido me hizo sentir fracasada, infeliz en ese tiempo no sentía que me quería lo suficiente; no tenia amor propio; auto-imagen; una personalidad que me definiera a mi como mujer.
No sé cuánto tiempo viví sin sentir en mi alama, solo me quedaron secuelas de un pasado amargo pero a la vez lleno de experiencias a nivel social. El nivel de buscar una aceptación de un cuerpo que no era el mío, pero el alma si lo era, ya han transcurrido 3 años desde vi la luz en mi alma y en el cuerpo comencé a ver mi cuerpo como territorio sagrado, como el cuerpo que debe ser mostrado para vender una imagen a la sociedad aun sabiendo que lo que más debería mostrarse es el alma, la vida siguió con todas las conductas culturales para entrar en un juego de reglas para agradar al mundo exterior, sin embargo aprendí a convivir con eso; crecía emocionalmente busque una identidad la cual me definiera como mujer del siglo xxI.
En la película Réquiem por un sueño hay una alusión implícita que nos ínsita a utilizar unos medios que no son los más adecuados; llevándolo a una mejor realidad. Todos sabemos que las drogas matan, así sea en pocas dosis lo cual van creando una dependencia hacia las posibles alucinaciones que se presenta bajo ese estado. No solo la droga como tal; sino los dulces, la televisión representa lo que el hombre siente; la agresión hacia su propio cuerpo el inyectarse heroína, el sentir una sensación de alivio mientras es transportada por la sangre; los ojos dilatados, el vinculo entre la droga y el sexo, el poder satisfacer el cuerpo frente a una adicción, es lo que hace el ser humano cuando ha experimentado la adicción que se trata en la película.
juliana andrea quiroga galindo 5/abril/80
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