¿FORMA DESEADA, DESEAMOS Y SOMOS CUERPOS DESEANTES?

¿FORMA DESEADA, DESEAMOS Y SOMOS CUERPOS  DESEANTES?

¿SON NUESTROS CUERPOS REPRIMIDOS DE UNA EPOCA?

¿SON NUESTROS CUERPOS REPRIMIDOS DE UNA EPOCA?

jueves, 5 de marzo de 2009

LAS MARCAS DE LA VIDA

La vida, un camino por recorrer, el cual esta lleno de muchas situaciones agradables como desagradables; impregnado de anécdotas que nos marcan la vida para bien o para mal pero siempre dejándonos una enseñanza o dejándonos una cicatriz imborrable en nuestro cuerpo.
Nuestro cuerpo, regalo maravilloso que Dios nos ha brindado para quererlo, respetarlo, amarlo y apreciarlo como el don más preciado que nos pudo brindar el Señor; pero en ocasiones nos sentimos inconformes, incómodos, desagradable y de una u otra forma atentamos contra el de miles y miles de maneras, buscando la perfección, el ideal, el modelo inimitable que pretenden buscar la satisfacción ante el mundo circundante que nos rodea.
Para hacer un autobiografía de mi cuerpo debo retroceder el tiempo y recordar aquellos momentos que ocasionaron en mi una marca y que cada vez que las toco, las siento, vuelven a mi mente esos momentos. A mi temprana edad recuerdo tanto un día en que mi familia decidió hacer una caminata con los vecinos de la cuadra, todos muy contentos emprendimos el viaje, yo me fui con mis hermanos mayores y el hijo de la vecina, entre todos decidieron hacer una carrera de caballitos, cada uno tomaba una pareja y la montaba sobre los hombros, a mi me correspondía con el hijo de la vecina. Inicio la carrera y con tan mala suerte que caímos rodando por un camino lleno de piedras, y mi cabeza quedo sobre una de ellas; de urgencias me llevaron a el puesto de salud mas cercano pues mi rostro estaba inundado de sangre, la enfermera me hizo la curación y me cogió cinco puntos. Esa fue una de mis primeras cicatrices; pero hay no para mi historia, avanzaban los años, mi cuerpo surgía transformaciones, ya era casi una señorita hecha y derecha, me gustaba salir a la calle, ir a hacer deporte, montar bicicleta, etc. Cierto día me fui para donde mi hermano mayor, quien ya se había organizado con una muchacha y tenia un hermoso niño de un año de edad, le pedí el favor a mi cuñada de que me dejara sacar a pasear a mi sobrino, ella no dudo en déjalo salir, le gaste un delicioso helado de chocolate, jugamos a patear el balón y hacernos cosquillitas, un día sin lugar a dudas agradable hasta cierto punto, pues lo trágico ya venia; tome a mi sobrino en mis brazos para subir las escaleras que conducirían al segundo piso, con tan mala suerte que una tabla de ellas estaba en falso, insegura y sin darme tiempo de reaccionar caí al primer piso de la casa. Mi sobrino inmediatamente quedo inconsciente y mi pobre brazo adolorido y maltratado, había perdido la movilidad de mi brazo y efectivamente lo tenia fracturado; nuevamente de urgencias al centro de salud, el medico me reviso y me dio la remisión con el radiólogo quien me tomo la radiografía que diagnosticaba la fractura, dure tres meses sin movilidad en el miembro derecho y luego de retirarme el yeso observe la mediana cicatriz que aparecería en mi cuerpo, desde ese momento no volví a colocarme camisas de manga corta, sino por el contrario, hacia lo imposible para cubrirla y ocultarla, después de un tiempo me di cuenta que era al imposible borrarla.
Pero hay no para todo venia la más grande de todas y la cual nunca pero nunca se me olvidara ni se borrara de mi cuerpo, ni de mi mente. Ya era una señorita, estaba en decimo grado; tenia mi novio desde octavo grado, nuestra relación había sido duradera pero prohibida por mis padres, no les agradaba mucho que yo estuviera con ese joven, pero yo lo quería muchísimo, nos veíamos a escondidas, para que no le llevaran chismes a mi familia, cierto día un primo de el le ofreció su casa para que nos viéramos allí, en un comienzo me negué, pero después accedí y entre a aquella casa y paso lo que paso… Fue algo especial, maravilloso pero no tenia la capacidad de medir las consecuencias que esto traería, después de un mes larguito empecé con síntomas de trasbocar, me fastidiaban algunos alimentos, los cólicos que me solían dar cada mes nunca llegaron, la ropa que utilizaba me ajustaba bastante y no la soportaba, todo esto nos llevo a hacer una prueba de embarazo y efectivamente lo estaba. Después de un tiempo para nadie fue un secreto, mi vientre empezaba a crecer y crecer; lo que no podía supera era las gruesas estrías que poco a poco lo iban invadiendo hasta el punto de verse como un mapa, pero hay no va todo, las estrías llegaron a mis senos, mi cuerpo estaba totalmente invadido por esas rayas color rojo. Aun faltaba la cicatriz mas grade de mi vida, se cumplieron los nueve meses de edad, inicie el proceso de trabajo de parto para tener a mi hijito, pero no dilataba lo suficiente para tener un parto normal, el médico me realizo el último tacto y me dio la desagradable noticia de que me tendrían que hacer cesárea y eso par mi fue mortal; sentí miedo, pánico, sudaba frio, pero ya no había nada que hacer, primero estaba el bienestar de mi hijo.
Y así fue, mi hijo nació, muy bien gracias Dios, y en la actualidad es lo más preciado que el Señor me pudo dar; pero no puedo dejar de lado mi inconformidad pues las marcas de la cesaría eran evidentes y muy vistosas. Bueno día a día he aprendido a convivir con mis cicatrices y las estrías en mi cuerpo, no niego que me avergüenzo y que siento un complejo cada vez que voy a piscina o a tierra caliente y no poder lucir blusas cortas o trajes de baño de dos piezas como lo pueden hacer otras mujeres, pero para todo hay solución, es difícil pero no imposible.
“QUIERE TU CUERPO; RESPETALO Y VALORALO; COMO EL DON MAS VALIOSO QUE DIOS TE PUDO BRINDAR”

ROSMARY RIVERA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Elsa Carolina Torres Leguizamo
Pedagogia del cuerpo
CC:52.459.609Btà
Regional Cundinamarca

Biografía de mi cuerpo

Ahora me encuentro desnuda tratando de rastrear cada poro que inunda mi cuerpo, un cuerpo que empieza a tener vida desde el instante que mamá me engendró en su vientre, y que al nacer causo bastante desconcierto, pues en verdad era poco agradable ante los ojos de la sociedad, una sociedad para la cuál el esquema corporal juega un papel relevante, porque para ellos la lectura de la imagen da cuenta de quienes somos realmente.
¿Y quién soy yo?, repensándome como sujeto, y más aún como sujeto social, empezaré por afirmar que mi cuerpo comienza a crecer bajo el seno de una familia fraternal y conservadora, que me educó con principios éticos y morales con la concepción de cuerpo como recinto intocable, que se debía conservar y respetar .Bajo las ideologías de aquella época, fuì educada con normatividades rigurosas tales como: mantener una correcta postura al sentarme, caminar erguida y con la cabeza hacia arriba, utilizar expresiones adecuadas al hablar(no se permitía hacer mala cara), brindarle un uso adecuado a los cubiertos en la mesa, entre otros. La higiene del cuerpo era fundamental para iniciar las labores diarias, uñas impecables, cabello brillante y oídos limpios como requisito para asistir a la escuela, aquel lugar donde: “Se opone una pedagogía centrada en el mundo de la razón a una pedagogía del ambiente que permita que el niño viva en un espacio del deseo”[1]. Y hay estaba yo, sumergida en aquel brumador espacio de cohibición y restricciones en donde todo era una instrucción e imposición de ordenes que debían ser cumplidas, donde el cuerpo era un mecanismo poco funcional para el libre desarrollo del pensamiento, iniciando con aquellas incansables formaciones que pretendían crear división de géneros y estaturas, manteniendo una lateralidad casi perfecta, dirigida con la consigna que escribiré de manera “fonológica” ¡Aiscreciòn, atención, firmes!, para luego dirigirnos al aula de clases, que realmente se asemejaba a una prisión, donde los cuerpos alienados se veían uniformados, siendo únicamente receptores de información, mi cuerpo entonces se encontraba atado a una silla que debía compartir con uno de mis compañeros, donde mis sentidos reprimidos pedían a gritos salir de allí, mi boca solo debía hablar para preguntar algo que hubiese quedado inconcluso, ante todo prevalecía el silencio absoluto que permitía escuchar el sonido del viento, mis ojos solo debían ver lo que para el mundo estaba correcto, mis manos palpaban únicamente herramientas de trabajo, más ni mi cuerpo, ni el de los demás, era permitido tocar, sentir o explorar, mi mente entonces se encontraba sujeta por aquellas ataduras en donde todo lo que para mi era una “provocación” estaba completamente “prohibido”.
Viene luego la adolescencia, allí es imposible que las hormonas se desarrollen y produzcan en mi nuevas sensaciones, además mi cuerpo empieza a cambiar, mis senos crecen, mis caderas se anchan, y también erupcionan aquellos desagradables granitos del acné, los cuales trataba de ocultar con maquillaje, y pretendía desaparecer con miles de ungüentos, aún los recuerdo, porque uno de mis familiares solía decirme ”Parece un chircal”, expresión que nunca olvidaré, pues me hacía sentir fea e insegura de mi misma, a tal punto de ocultarme para no ser vista por nadie. Con el tiempo ese terrible problema fue desapareciendo, ya me encontraba convertida en una mujer adulta, dispuesta a compartir mi vida y mi cuerpo con un hombre, aquel hombre que ahora es mi esposo, con quien inicie una nueva vida, una vida en la que creía que mi cuerpo iba a continuar siendo casi perfecto, como el estereotipo social al que la humanidad está acostumbrada a ver. Pues bien, la realidad fue otra, mi cuerpo empezó a ser explorado con la sexualidad, no niego que al principio sentí vergüenza” La herencia histórica de dos mil años de judeocristianismo han hecho que el cuerpo sea el lugar donde se deposita la vergüenza”[2], aquella que no permite desnudarnos de cuerpo alma y corazón. Eso fue lo que sentí, una vergüenza absoluta, tal vez de ser juzgada, por estar haciendo algo indebido, un acto que jamás mi cuerpo había experimentado. Y aunque sentí vergüenza de ser observada y tocada, permití poco a poco que esto sucediera, dando paso a mi nueva vida, una vida que además de alegrías también tenía tristezas, como aquella huella que aún posa en mi cuerpo y no ha podido sanar, y que aunque carece de cicatrices físicas, está marcado por el recuerdo, fue aquel día cuando el final de una fuerte discusión terminó con mi brazo herido y solo el grito que salía de mi boca era la reacción de aquel dolor que emanaba mi cuerpo, entonces descubrí que en ese momento “El cuerpo experimenta la crueldad cuando realiza un esfuerzo por escapar del organismo y transformarse en cuerpo sin órganos”[3]eso era lo que en ese momento quisiera que hubiese sucedido, pues el dolor del alma y de mi cuerpo se apoderaba de mi ser. Y hoy aunque mi cuerpo no tiene cicatrices, reafirmo que “El esquema corporal no es la imagen del cuerpo”[4], porque aunque mi cuerpo no posee cicatrices en realidad mi imagen da cuenta de mis experiencias emocionales.

A pesar de las estrías ocasionadas por el embarazo, las arrugas y manchas que me ha producido el sol, aquel estómago gigantesco, y el hueso que sobresale de mi tabique, amo y valoro mi cuerpo, porque todo lo que tengo es lo que realmente soy, lo que hace de mi una mujer valiosa, y como soy debo aceptarme, pues soy hecha a imagen y semejanza de Dios, por ello como gestores de una buena educación es importante aprender a comunicarnos a través del lenguaje no verbal, y de igual modo discurrir con nuestros estudiantes con discursos kinèsicos, que vayan más halla de encarcelar o coartar la posibilidad de expresión, sobre todo de expresión artística, pues como bien dicen “La sonrisa es la imagen del alma”, así como también “El cuerpo es la imagen de la vida misma”,y por ello debemos ver en él, un tesoro lleno de experiencias que nutren nuestro existir, de tal modo que a través del cuerpo de un niño se puede llegar a experimentar emociones, sensaciones, sensibilidades, tristezas y alegrías, por tal razón se deben aprovechar los espacios en la escuela para hacer partícipes a los niños de dichas experiencias emitidas con el cuerpo, en donde la proxèmica intente un acercamiento más real del cuerpo humano, de modo que el lenguaje corporal prevalezca en las aulas, y el maestro pase de ser un observador, y vigilante, a ser un mediador, motivador, y provocador del conocimiento, siendo éste un agente transformador de pensamientos y comportamientos que afecten a nuestros niños@ para que desarrollen con más efectividad su sentido creativo, innovador, perceptivo, motor, auditivo, visual entre otros y sean personas más autónomas, demócratas, participativas, a las cuales les agrade argumentar, analizar y proponer ideas con libertad de expresión y pensamiento, siendo capaces de producir a partir de sus propias vivencias.
Dentro de mi rol como madre, esposa, estudiante y maestra, solo me resta decir que gracias a mi cuerpo he desarrollado múltiples habilidades que me han llevado a descubrir realmente quién soy.










[1]Gonzalez Fredy guía pedagogía del cuerpo. Denis Daniel “El cuerpo enseñado”. (Ediciones Piados 1980).
[2] Torres Guerrero Andrés Octavio. Articulaciones textuales sobre el cuerpo. Centro universidad abierta, primera edición 2003.
[3] Ibit
[4] Esquema corporal e imagen del cuerpo cd. pedagogía para el cuerpo. Centro universidad abierta.

PEDAGOGIA DEL CUERPO

Soy Mily Alexandra Martínez, nacida el 19 de Agosto de 1984 en Villeta (Cund), hija de Padres separados por maltrato físico y moral, Madre (fallecida) el 25 de Julio del 2008; actualmente estudio Linc. En Humanidades y Lengua Castellana en la Pontificia Universidad Javeriana, cristiana de la Misión Carismática Internacional, Danzo para la obra de Dios y empiezo curso en el SENA de Teatro y Danza Contemporánea.
Cuando mi Papá y mi Mamá se separaron yo tenía 4 años de edad, mi hermana mayor tenia 10 años y la menor 2 años somos 5 hijas, todas mujeres. Mi mamá de la herencia que le dejo su Padre (fallecido cuando ella tenia 10 años de edad) construyo un Hotel y un Restaurante en una vereda cerca de los Municipios de Villeta y Guaduas (Cund), por la autopista Medellín, ya que después de la separación, mi Padre nunca volvió a saludarnos, En el momento que se hizo esta obra, tenia 2 años. Allí pase una de mis mejores épocas de niñez y adolescencia.
Siempre e sido muy amistosa no compinchera, lo cual me a sido fácil relacionarme con las personas, ¿Porque expreso que allí pase una de mis mejores épocas?
Cuando tenia 11 años de edad llegaron unos vecinos nuevos, 4 casas después de la mía era muy notorio que se viera quien se estaba pasando, Salí a mirar si llegaba una compañerita para jugar hay es cuando lo vi, fue un cosquilleo en el estomago y luego paso al pecho como de querer gritar, a los pocos días nos presentaron, no me explicaba porque me daba pena con él. Estudiamos en el mismo pueblo nos íbamos en la misma ruta escolar; anhelaba despertar cada mañana para verlo así no nos habláramos nos daba pena, pero con el simple hecho de mirarlo me pasaba un corrientaso en todo el cuerpo y me alegraba todo el día. Ya nos empezábamos hablar mas por nuestros amigos jugábamos a la lleva, montábamos bicicleta, patines; así paso el tiempo y ese sentimiento confuso que sentí cuando lo vi, estaba creciendo con el tiempo.
Pasaron 2 años teníamos la misma edad, (13 años,1.997) un día decidimos hablar se este sentimiento tan bonito, nos causo curiosidad y risa a la vez, sentíamos lo mismo cuando nos veíamos, hicimos un pacto de amor que nunca nos íbamos a dejar, tomamos le decisión de tatuarnos con nuestras iníciales yo en la mano izquierda C (Carlos) y él en la mano derecha M (Mily) esto era símbolo de propiedad; a la semana él me mostro su pierna derecha se había escrito mi nombre completo MILY grande y en mayúscula yo también tome la decisión de hacerme en la pierna izquierda nuestra iníciales CY M. recuerdo me dolió mucho porque lo hicimos con 3 agujas de cocer y lo amarrábamos con un hilo para que quedara parejo y fácil para puntear. Y caliente la nalga, mi mamá se entero y me pego muy duro pero más me dolió cuando ella se puso a llorar por lo que había hecho. Esto me hizo reaccionar mis compañeros del colegio me decían que boleta, me hicieron sentir mal, me arrepentí de haberlo hecho, esto produjo un alejamiento con él, mas aparte el quería tener una vida diferente a la que yo deseaba. Paso el tiempo a los 17 años (2.001) él se organizo con una mujer 2 años mayor que él deseaba vivir nuevas experiencias que yo no podía ofrecer. Llore mucho, pero entendí que las promesas se la lleva el viento.
Esto marco mi vida y mi cuerpo, escondía los tatuajes con cinta micro-por pero cuando iba a piscina se caían entonces preferí no volver por un buen tiempo. En septiembre del 2003, ingrese a la Pontificia Universidad Javeriana ya mis recuerdos no me afectaban tanto, en el 2004(20 años) siendo líder de jóvenes en el municipio de Guaduas me dieron la oportunidad de trabajar en una escuela por 2 años como docente en pre-escolar, haciendo prácticas “no me pagaban” pero me anime muchísimo, tan animada que se me olvida colocarme la cinta micro-por, tuve la entrevista con la Directora y se dio cuenta de esto, me hizo una cara que preferiría que me hubiera dicho algo. Me sentí tan mal no sabia que hacer, mi mamá me decía “esta es la consecuencia de no pensar bien”; bueno, pase por alto la mirada de la Directora y empecé a dar clase ya a mitad de año me dijeron que diera la clase de computación los viernes a todos los cursos 1° a 5°.
Un día en clase con 3° escuche que un niño quería hacerse un tatuaje que le parecía “bacano” yo interferí y me opuse a esto, el niño me respondió “ profe, pero como usted si tiene uno?” . Me sonroje pero le explique mi error y de querérmelo quitar.
Comprendí que uno es testimonio, y sentí que no tenía argumentos morales para hacer valorar su cuerpo, ¡Sí! Se que hay otras y muchas mas razones de valorar nuestro cuerpo pero esto era lo que pensaba en ese momento, yo tenia otra manera de pensar opuesta a lo que había hecho, quería quitarme lo antes posible los tatuajes y clamaba tanto a Dios de borrar mis errores, cuando encontré en una revista una clínica que hacia esta cirugía, no dude en llamar cuanto costaba pero como no estaba ganando un sueldo, mi mamá resulto pagándome la cirugía. Fue con laser y también me dolió, no hay ningún rastro de ello solo los recuerdos y como siempre me han gustado las piscinas ahora me siento libre sin ningún temor.

Cuando algo marca nuestro cuerpo nos sentimos oprimidos, amarrados con temor que alguien no lo vaya a descubrir, nuestros pensamientos, los sueños, las ilusiones cambian por frustraciones que nos limitan y no nos permite ser lo que realmente somos. Doy gracias a Dios por brindarme esta nueva oportunidad de ver las cosas y como futura docente mostrarles a los niños o jóvenes del futuro que valorar su cuerpo es tan importante como valorar su vida. Nuestro cuerpo es el templo de Dios.
“Hay valores típicos que caracterizan a la cultura, cuales son, entre otros el anhelo de cambio, la conciencia de la propia dignidad social y política. La cultura supone y exige una visión integral del hombre, entendido en la totalidad de sus capacidades morales y espirituales, en la plenitud de su vocación”. Juan Pablo II
Mily Alexandra Martínez Bermúdez
C.C. 52.657.274 Villeta
LICENCIATURA EN EDUCACION BASICA CON ENFASIS EN HUMANIDADES Y LENGUA CASTELLANA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA