La vida, un camino por recorrer, el cual esta lleno de muchas situaciones agradables como desagradables; impregnado de anécdotas que nos marcan la vida para bien o para mal pero siempre dejándonos una enseñanza o dejándonos una cicatriz imborrable en nuestro cuerpo.
Nuestro cuerpo, regalo maravilloso que Dios nos ha brindado para quererlo, respetarlo, amarlo y apreciarlo como el don más preciado que nos pudo brindar el Señor; pero en ocasiones nos sentimos inconformes, incómodos, desagradable y de una u otra forma atentamos contra el de miles y miles de maneras, buscando la perfección, el ideal, el modelo inimitable que pretenden buscar la satisfacción ante el mundo circundante que nos rodea.
Para hacer un autobiografía de mi cuerpo debo retroceder el tiempo y recordar aquellos momentos que ocasionaron en mi una marca y que cada vez que las toco, las siento, vuelven a mi mente esos momentos. A mi temprana edad recuerdo tanto un día en que mi familia decidió hacer una caminata con los vecinos de la cuadra, todos muy contentos emprendimos el viaje, yo me fui con mis hermanos mayores y el hijo de la vecina, entre todos decidieron hacer una carrera de caballitos, cada uno tomaba una pareja y la montaba sobre los hombros, a mi me correspondía con el hijo de la vecina. Inicio la carrera y con tan mala suerte que caímos rodando por un camino lleno de piedras, y mi cabeza quedo sobre una de ellas; de urgencias me llevaron a el puesto de salud mas cercano pues mi rostro estaba inundado de sangre, la enfermera me hizo la curación y me cogió cinco puntos. Esa fue una de mis primeras cicatrices; pero hay no para mi historia, avanzaban los años, mi cuerpo surgía transformaciones, ya era casi una señorita hecha y derecha, me gustaba salir a la calle, ir a hacer deporte, montar bicicleta, etc. Cierto día me fui para donde mi hermano mayor, quien ya se había organizado con una muchacha y tenia un hermoso niño de un año de edad, le pedí el favor a mi cuñada de que me dejara sacar a pasear a mi sobrino, ella no dudo en déjalo salir, le gaste un delicioso helado de chocolate, jugamos a patear el balón y hacernos cosquillitas, un día sin lugar a dudas agradable hasta cierto punto, pues lo trágico ya venia; tome a mi sobrino en mis brazos para subir las escaleras que conducirían al segundo piso, con tan mala suerte que una tabla de ellas estaba en falso, insegura y sin darme tiempo de reaccionar caí al primer piso de la casa. Mi sobrino inmediatamente quedo inconsciente y mi pobre brazo adolorido y maltratado, había perdido la movilidad de mi brazo y efectivamente lo tenia fracturado; nuevamente de urgencias al centro de salud, el medico me reviso y me dio la remisión con el radiólogo quien me tomo la radiografía que diagnosticaba la fractura, dure tres meses sin movilidad en el miembro derecho y luego de retirarme el yeso observe la mediana cicatriz que aparecería en mi cuerpo, desde ese momento no volví a colocarme camisas de manga corta, sino por el contrario, hacia lo imposible para cubrirla y ocultarla, después de un tiempo me di cuenta que era al imposible borrarla.
Pero hay no para todo venia la más grande de todas y la cual nunca pero nunca se me olvidara ni se borrara de mi cuerpo, ni de mi mente. Ya era una señorita, estaba en decimo grado; tenia mi novio desde octavo grado, nuestra relación había sido duradera pero prohibida por mis padres, no les agradaba mucho que yo estuviera con ese joven, pero yo lo quería muchísimo, nos veíamos a escondidas, para que no le llevaran chismes a mi familia, cierto día un primo de el le ofreció su casa para que nos viéramos allí, en un comienzo me negué, pero después accedí y entre a aquella casa y paso lo que paso… Fue algo especial, maravilloso pero no tenia la capacidad de medir las consecuencias que esto traería, después de un mes larguito empecé con síntomas de trasbocar, me fastidiaban algunos alimentos, los cólicos que me solían dar cada mes nunca llegaron, la ropa que utilizaba me ajustaba bastante y no la soportaba, todo esto nos llevo a hacer una prueba de embarazo y efectivamente lo estaba. Después de un tiempo para nadie fue un secreto, mi vientre empezaba a crecer y crecer; lo que no podía supera era las gruesas estrías que poco a poco lo iban invadiendo hasta el punto de verse como un mapa, pero hay no va todo, las estrías llegaron a mis senos, mi cuerpo estaba totalmente invadido por esas rayas color rojo. Aun faltaba la cicatriz mas grade de mi vida, se cumplieron los nueve meses de edad, inicie el proceso de trabajo de parto para tener a mi hijito, pero no dilataba lo suficiente para tener un parto normal, el médico me realizo el último tacto y me dio la desagradable noticia de que me tendrían que hacer cesárea y eso par mi fue mortal; sentí miedo, pánico, sudaba frio, pero ya no había nada que hacer, primero estaba el bienestar de mi hijo.
Y así fue, mi hijo nació, muy bien gracias Dios, y en la actualidad es lo más preciado que el Señor me pudo dar; pero no puedo dejar de lado mi inconformidad pues las marcas de la cesaría eran evidentes y muy vistosas. Bueno día a día he aprendido a convivir con mis cicatrices y las estrías en mi cuerpo, no niego que me avergüenzo y que siento un complejo cada vez que voy a piscina o a tierra caliente y no poder lucir blusas cortas o trajes de baño de dos piezas como lo pueden hacer otras mujeres, pero para todo hay solución, es difícil pero no imposible.
“QUIERE TU CUERPO; RESPETALO Y VALORALO; COMO EL DON MAS VALIOSO QUE DIOS TE PUDO BRINDAR”
ROSMARY RIVERA
¿FORMA DESEADA, DESEAMOS Y SOMOS CUERPOS DESEANTES?

¿SON NUESTROS CUERPOS REPRIMIDOS DE UNA EPOCA?

jueves, 5 de marzo de 2009
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2 comentarios:
Rosmary, gracias por compartir tu relato. Aprecio la sinceridad con la que describes lo que sientes y en especial cuando dices que aún te acompleja tu imágen. Eres valiente y recuerda que no todos los cuerpos tienen que ser iguales. Deja que el sol acaricie las partes de tu cuerpo que todavía escondes.Permiteles sentir el calor y el viento de un hermoso día.
Alejandra Botero
PRUEBA
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